17 octubre 2006

Experimentos sociales 1

La esencia del ser y su estrechísima relación con algunas bebidas. Primera fase. Las preguntas esenciales

Abstract.
Se comprobó que el alcohol no es tan malo como dice mi esposa; permite una autoexploración que, compartida, nos acerca a las interrogantes básicas, profundas, esenciales del ser humano planteadas por la filosofía, la teología, la psicología e incluso, en casos raros, hay que señalarlo, durante el estudio de la conjetura de Golbach o en las causas del cabezazo de Zidane. En esta primera fase se trabajó con un grupo control conformado por cuatro sujetos y yo. El lugar: un restaurante bar. La variable A, y única, fue una botella de whisky con etiqueta de cualquier color (a la fecha no distinguimos). Las variables extrañas fueron los cigarros, la botana, los meseros, la cuenta y el que jugaba dominó desde el piso. Se indujo al grupo a beber hasta acabar con la botella. Se prohibió vomitar, principalmente en los vasos. Se enfocó la conciencia a una introspección, a un viaje allá donde radican los signos de interrogación. Se plasmaron los resultados por escrito, mientras se pudo. Así, con estricta ciencia, se estructuró una lista de las preguntas que todo hombre y mujer de cualquier época y lugar se hacen en algún momento de la vida.

Exposición.
El lector poco avezado en cuestiones científicas podrá tener un poco de dificultad para entender las preguntas. Se le pide paciencia, honestidad y reflexión. Intentamos enlistar las interrogantes en orden de aparición, pero debido a que surgían simultáneamente seis o siete, las ofrecemos en orden alfabético. Quedaron fuera las que no tenían relación alguna con el ser humano (263 aprox.).

¿A poco no está padre?
¿A poco?
¿A qué debo dime entonces tu abandono?
¿A qué te supo?
¿A quién le importa?
¿Aceptarías de otra mano el fruto anhelado?
¿Aguantas otro?
¿Águila o sol?
¿Así, duele?
¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?
¿Condenarías al naufragio lo vivido?
¿Cruz o cuernos?
¿Cuál presidente?
¿Cuándo te he llorado por un beso, chismosa?
¿Cuánto me das?
¿Cuánto?
¿De a cómo cuesta?
¿De dónde son los cantantes?
¿De qué color es la piel de Dios?
¿De qué manera te olvido?
¿De quién chon?
¿Dónde estarán los amigos de ayer?
¿Dónde jugarán las niñas?
¿Dónde quedó la bolita?
¿Dónde se paró el águila?
¿El Cardenal es inocente?
¿En qué lugar se enamoró de ti?
¿Es carne?
¿Es lo menos?
¿Esa vieja?
¿Estas cortinas son dóciles?
¿Esto es amor?
¿Flor o fruto?
¿Fuensanta, tú conoces el mar?
¿Gavilán o paloma?
¿Has visto alguna vez caer la lluvia?
¿Imaginas a una góndola bajar al ritmo de la música?
¿Me crees capaz?
¿Me quieres cotorrear?
¿Miedo yo?
¿No te la sabías?
¿No te lo había dicho?
¿No te parece que todavía está muy suave la patria?
¿No tienes otra?
¿Otra vez vienes borracho de angustia?
¿Pero te vas a estar quieta?
¿Por aquí pasa la nave del olvido, joven?
¿Por cuál vota?
¿Por qué el pensamiento cristiano desdeña la ontología?
¿Por qué está duro?
¿Por que estás a mis pies y no en mi cama?
¿Por qué los niños no sonríen?
¿Por qué no me las prestas?
¿Por qué soy como soy?
¿Por qué tan sola?
¿Por qué te vas?
¿Por quién doblan las campanas?
¿Qué fumaste?
¿Qué has hecho de los besos que te di?
¿Qué le habrá pasado que la encuentro pensativa, indiferente y distraída?
¿Qué le vas a dar de comer al conejito?
¿Qué madres es esto?
¿Qué más quieres?
¿Qué me ves?
¿Qué nos puede pasar?
¿Qué quedrá, qué quedrá?
¿Qué tal si sí?
¿Que te atoraron?
¿Qué te dije?
¿Qué tienes?
¿Qué transa?
¿Quién chifló?
¿Quién dijo yo?
¿Quién habla?
¿Quién habrá podido darle más amor?
¿Quién le teme a Virginia Woolf?
¿Quién pompó?
¿Quién puede ser si es que no soy yo?
¿Quién se robó mi queso?
¿Quién será la que me quiera a mí?
¿Sabes qué?
¿Se puede?
¿Sí te dije, nooooo?
¿Te beberías mi amor de un solo trago?
¿Te cabrá en esa bolsa la vida?
¿Te cae?
¿Te cansaste de mi alpiste?
¿Te dio asco?
¿Te parece poco?
¿Te quieres callar?
¿Te sirvo la otra?
¿Te vas a mochar?
¿Te vas o te quedas?
¿Tiene pelos?
¿Tons qué?
¿Tú que harías?
¿Verdad que las rejas no matan?
¿Y cómo es él?
¿Y eso qué?
¿Y mi unicornio azul?
¿Y mientras tanto qué hago con mi melancolía?
¿Y si abres más el medianil?
¿Y si no, qué?
¿Y si sí, qué?
¿Y ya pa qué?
¿Y yo por qué?
¿Ya viste la hora?
¿Yoooooooo?

Conclusiones provisionales.
Al despertar nos sentimos iluminados. El gran esfuerzo de concentración nos produjo un fuerte dolor de cabeza y riñones. Uno de los sujetos dejó de sentir los brazos. Otro amaneció con dos mulas de seis (a investigar). Son las caras consecuencias de correr el velo de la esfinge, pero lo hacemos en beneficio de la humanidad, nos sacrificamos por la esperanza de un mundo mejor.

Perspectivas.
Insistir con otras bebidas y en otros sitios. Prevenir los efectos colaterales (familiares y físicos).

Advertencia final.
Si reproduces este experimento, ten cuidado con el manejo de las preguntas y el tipo de alcohol, puedes quedar ciego. Comparte tus resultados.

1 comentario:

Daniel Herrera dijo...

Dr. Crimson

Ayer hice una miniprueba con malta y papas a la francesa. Las preguntas de los conjurados no pasaron de un nivel bajo y vulgar, pero: Roma no se hizo en un día. Helas aquí sin ningún orden. Habrá que hacer énfasis en que todos los estudiosos nos concentramos más en lo ingerido que en hacer preguntas, es por eso que no es una gran lista.

1. ¿Es importante hablar?
2. ¿No?
3. ¿Cuantas pecas tendrá la rubia sentada allá?
4. ¿En donde se encuentran esas pecas?
5. ¿Habrá más en la izquierda o en la derecha?
6. ¿Tendremos que averiguarlo?
7. ¿Por qué se fue la rubia?
8. ¿Estamos tan viejos que ya no vemos lo hermoso sino lo rojo?
9. ¿Hay que ir en busca del rojo?
10. ¿Habrá otro tema aparte de las mujeres?
11. ¿No, verdad?

A partir de ahí el investigador no recuerda mucho, solamente que al día siguiente la cabeza dolía y la cama parecía el mejor lugar para estar.

(Excelente blog, tanto que lo voy a agregar a mis links. ¿Cómo llegué? A partir del blog de mi amigo Rogelio Villarreal, pasando por el de Geney Beltran).

Un saludo